lunes, 30 de mayo de 2011

Gipsy Rufina, la grandeza de lo pequeño.

“Lobo solitario aullando en la tierra sin ley,
un pregonero dando voces a las puertas del Edén.
Un poeta vagabundo saltando de tren en tren,
vino con el polvo y volando con el viento se fué”

EL HOMBRE DEL TAMBOR
(M. Aznar, Mas Birras)



Cójase a Bob Dylan, john Denver, algo de Bruce Springsteen, una pizca de Lonard Cohen y mucho de carretera y manta... cocínese a fuego lento por garitos de medio mundo y obtendremos a Gipsy Rufina.

El pasado Viernes en nuestra sala disfrutamos de uno de esos conciertos realmente especiales (el propio gipsy, que esa noche descubrió que sabía hablar español, no paró de recordárnoslo). Era el último día de su gira Ibérica, tres semanas por locales de España y Portugal, sin más compañía que su guitarra y su música... una música que habla de paisajes, de gentes de humanidad... Y es que Gipsy, siendo un gran músico, es ante todo un trotamundos, una de esas personas llenas de curiosidad, de humildad y con una mirada que da la sensación de ver más allá de lo que vemos el resto.

Conocer a gente así nos recuerda lo cerca que podemos estar unos de otros y que a los seres humanos siempre son muchas más las cosas que nos unen que las que nos separan.

Apenas hemos hablado del concierto en sí, pero es que cuando la persona eclipsa al músico es cuando se crea esa atmósfera tan especial que hace que merezca a pena escuchar música en directo.

Gracias gipsy, gracias amigo... en Ariño tienes tu casa.


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